jueves, 4 de octubre de 2007

Te vi en un tren...

Siempre pesaba más el maletín de regreso...Recargado en la pared del tren ligero con los ojos cerrados y a pierna cruzada, viajaba de regreso Joaquín, Cajero Prinipal de la sucursal Banorte Plaza Río. De Carácter Afable y sociable, amaba ese trayecto en tren de casa al trabajo y de regres, a sus 23 años era el aspirante a gerente más joven de la terna que competía. La corbata con el nudo deshecho y el saco desabrochado reflejaban el cansancio que le había provocado los examenes...Bostezó desafanadamente, estaba secándose las lágrimas del bostezo cuando se sintió observado. Giró su cabeza instintivamente acomodandose las gafas.

La culpable del desconcierto era aquella chica; la observó: Su largo cabello negro caía atrás de aquella blanca y redonda carita, un lunar junto a aquella boca de labios rosados y brillantes por el gloss. Un par de Ojos grandes y expresivos estaban sobre aquellas redondas mejillas. Un distintivo metálico color dorado llevaba inscrito su nombre: Ana. Segundos...Imántada quedó su mirada a la de ella, no hubo sonrisas, nadie bajó la mirada.

Inexplicablemente sentían la necesidad de seguirse mirando...Joaquín aprovechó la parada del tren en la Estación Hidalgo para avanzar hacia ella, incapaz de romper el hechizo. Ana siguió cada uno de sus pasos...

Se sentó en el asiento contiguo, posó delicadamente sobre la de ella; acarició con suavidad aquella blanca tes...Ana sintió estremecerse, el corazón se aceleraba dentro de su pecho. Suspiró. Joaquín sonrió.

Intentó decir Hola, pero Ana lo detuvó poniendo su dedo índice sobre sus labios, sonriendo maquiavelicamente. Ana acercó su rostro al de Joaquín lentamente sin dejar de mirarlo, sus ojos irradiaban deseo, pasión...Se detuvó a milimetros de él, entreabrió su boca, Joaquín sintió como la cálidez de su aliento acariciaba sus labios, sintió su respiración agitada sobre su rostro, la distancia se extinguió al calor de aquel beso profundo, pausado e intenso...El tiempo se detuvo, el universo complejo e inmenso se redujó a ellos dos, al compás de aquel beso.

El tren se detuvó...Ana interrumpió el beso estrepitosamente, separandose de él, Joaquín abrio los ojos viendola partir...Desconecertado, abrumado, electrizado, saboreaba aún aquel beso cuando descubrió aquel bolso de piel color negro sobre el asiento...Sonrió.


3 comentarios:

Sagrav dijo...

te encanta dejarnos con la duda de lo que pasó después verdad? te pareces a los libros de primaria que ponian fragmentos de ciertas historias y uno siempre se quedaba a medias!!!

Apoco no? que dice el publico?

Anónimo dijo...

jajaja y ahoraa
nuevamente m tendras
pikda kon esta historia
aunkeee tengo ke
konfesr ke la otraa me
dejo mas pikda
es ke en sta ay atrccion mutua
jajaja
y en lña otra nooo
m imaginaba ke onda jiji

kuidc job
y ya sabes aki taremosss

oie ke onda kon tu frac del dia??

JAVIER RETA dijo...

¡Hola Job!
Muy interesante relato.
Evocador. Vas de las escenas a las sencaciones ¿quien no se estremece de solo evocar la proximidad del beso?
Una historia de sorpresas, que saca de su ensimismamiento al propio protagonista.
Esperamos la continuacion... pero lo que atrae de este relato es su caracter furtivo